Es la canción de mi hijo estos dias...
The Cure
If only tonight we could sleep
In a bed made of flowers
If only tonight we could fall
In a deathless spell
If only tonight we could slide
Into deep black water
And breathe
And breathe...
Then an angel would come
With burning eyes like stars
And bury us deep
In his velvet arms
And the rain would cry
As our faces slipped away
And the rain would cry
Don't let it end...
martes, 4 de diciembre de 2007
lunes, 3 de diciembre de 2007
Grifo abierto
Vaya grifo se ha convertido mi pecho, ¡madre mía! Felipe ya tiene algo más que 1 mes y la cosa ha mejorado un poco, si me empapan los discos de lactancia sólo por la noche que es cuando tiene ratos más largos de sueño. Como no conocía a las marcas que había en el mercado, me he probado unas cuantas:
Suavinex: con total seguridad, es la mejor de todas. Los discos son chicos, así que no molestan, y absorben muy bien. A mí me salió unos 10 € la caja con 60 discos. Lo que más me ha gustado es que son permeables, así que dejan la piel respirar y no dejan ningún olor.
Chicco: empecé con ellos y no me ha gustado nada. Hay que decir que absorben bien, pero los de Suavinex quedan secos por más tiempo. Además de ser caros, lo que más me molestaba es la capa plástica exterior que no deja la piel respirar lo que resulta un olor nada agradable.
Avent: son muy buenos y muy similares a Suavinex, pero son más caros. A mí me pareció que absorben algo menos que los de Suavinex.
Marcas más baratas…: ojo, me he comprado una que me salía 5 € o 6 € la caja y me resultó fatal. Parece que estaban hechos de un material similar a papel y resulta que no absorbía nada, sólo empapaban hasta romperse.
Suavinex: con total seguridad, es la mejor de todas. Los discos son chicos, así que no molestan, y absorben muy bien. A mí me salió unos 10 € la caja con 60 discos. Lo que más me ha gustado es que son permeables, así que dejan la piel respirar y no dejan ningún olor.
Chicco: empecé con ellos y no me ha gustado nada. Hay que decir que absorben bien, pero los de Suavinex quedan secos por más tiempo. Además de ser caros, lo que más me molestaba es la capa plástica exterior que no deja la piel respirar lo que resulta un olor nada agradable.
Avent: son muy buenos y muy similares a Suavinex, pero son más caros. A mí me pareció que absorben algo menos que los de Suavinex.
Marcas más baratas…: ojo, me he comprado una que me salía 5 € o 6 € la caja y me resultó fatal. Parece que estaban hechos de un material similar a papel y resulta que no absorbía nada, sólo empapaban hasta romperse.
El día P
Lo consegui: Felipe nació de 39 semanas en el Hospital San Juan de La Cruz en Úbeda, el día 16 de octubre, de parto normal. En el hospital que yo elegi, al lado de su papá, en ¡el aniversario de mi boda!
A las 37 semanas mi matrona en Madrid me dijo que ya tenía 2 cm de dilatación y me reprochó por la idea de tener al bebé en Úbeda, me decía que era muy arriesgado viajar de parto.
Expulsé el tapón mucoso un día después y decidimos irnos a Úbeda la semana siguiente. Alquilamos una casa rural por cinco días. Para no quedarme sin seguimiento en el final del embarazo, el matrón Antonio Muñoz me consiguió una cita. Pero Felipe no quiso nacer. Ya no teníamos recursos para quedarnos más tiempo y volvimos a Madrid. Dos días después empiezo con contracciones regulares aun sin dolor. El día siguiente las contracciones siguen un poco más fuertes, hasta que vienen a cada 6 minutos. El dia 15 por la tarde decidimos ir a Úbeda.
El viaje fue tranquilo. Lo único que me daba miedo era de no estar de parto realmente y tener que volver a Madrid. Entré por Urgencias a las 15h30, sólo di mi nombre, mi subieron directamente al paritorio. Tenía buenas contracciones según el matrón de guardia y 3 cm de dilatación. Me preguntaron como quería mi parto, expliqué que sin intervenciones así que nos llevaron a mi y a mi marido a una habitación con ducha por si quería usarla y me recomendaron que caminara. Me trajeron la merienda y nos dejaron solos por varias horas.
Sin embargo, el dolor ya era difícil de manejar. Por las 22h, me llevan al paritorio para otro tacto y decepción: sólo había evolucionado 1 cm y las contracciones no estaban regulares y no duraban lo que deberían. Otro matrón, Leonardo, me orienta que ya llevo varias horas sin dilatar casi nada, que habría que hacer algo para conseguir una dinámica mejor. Me da las alternativas: poner la oxitocina – añadiendo que no es partidario – o intentar romper la bolsa a ver si la cosa va mejor. Total que no era nada de lo que planteaba, pero me sentí respetada por explicármelo y dejar que yo lo eligiera.
Ya no puedo con el dolor y pido la epidural a pesar de que Leonardo me hubiera dicho que eso podría retrasar el parto aún más. Me aconseja a romper la bolsa pero pido que espere un poco más. Él accede. Con la epidural, relajo. Tras un rato, otro tacto y sorpresa: había roto aguas – no lo había notado -, ya tenía contracciones regulares y había alcanzado los 10 cm.
Decido quitar la epidural para pujar mejor y voy caminando hasta el paritorio con mi marido. Sin embargo, no tengo las ganas de pujar, sólo siento las contracciones. Leonardo me orienta que las aproveche pues el bebé ya estaba en el canal de parto. Pujo, pujo y se me va la fuerza. Parecía que no quería salir. Oigo a Leonardo diciendo que los pujos no son efectivos (lo sabía, pero no podía más) y las contracciones ahora ya no eran regulares, que habría que hacer alguna maniobra. Pienso en lo peor: episiotomía, fórceps.
Al final, se sube en mi tripa otro matrón a ayudar en los pujos, el dolor horroroso. Me dicen que Felipe ya viene, pero el dolor parece aún más insoportable. Digo que no puedo, me contestan que con un pujo más saldrá. Llaman a mi marido para que lo vea, pero empiezo a gritar y él se queda conmigo. Viene Felipe: lo ponen en mi tripa, ya no sé muy bien qué hacer o pensar, sólo lo cojo. Esperan que el cordón deje de latir para cortarlo; nunca habían visto uno tan grande. Felipe se queda un ratito más conmigo, nada de aspiraciones por la nariz. Luego le pesan y le miden, seguimos todo. Nada de episiotomía – algo imposible para una primeriza en muchos hospitales – pero me llevo dos puntitos de un desgarro de primer grado.
Mientras me cosen, Leonardo me pregunta que tal ha sido. Pues no vuelvo a tener hijos tan pronto, digo yo. “A ver, acabas de decir la segunda mentira que las mujeres cuentan en el paritorio. ¿La primera? Cuando gritan que no lo pueden.”
Agradezco a todos que hicieron mi parto posible: al matrón Antonio Muñoz, que me recibió y pudo conocer a Felipe cuando me hizo una visita en el hospital; al matrón Leonardo; a la asociación El Parto es Nuestro por las informaciones; a todas las madres que compartieron sus historias en los foros.
***
* Nada más nacer Felipe, me ayudaron a ponerle al pecho.
* Mi marido estuvo conmigo en todo el proceso, incluso podía quedarse por la noche.
* En la habitación, el bebé todo el tiempo con nosotros.
* Todo el personal del hospital muy majo.
* Lo único que a mi me fastidió fue que no había control de visitas en el primer día. Total que estaba destrozada y compartí habitación con una chica que le ha ido fenomenal su segundo parto así que recibió visitas todo el día. Hubo hasta DIEZ personas a la vez. No pude descansar ni por un segundo.
A las 37 semanas mi matrona en Madrid me dijo que ya tenía 2 cm de dilatación y me reprochó por la idea de tener al bebé en Úbeda, me decía que era muy arriesgado viajar de parto.
Expulsé el tapón mucoso un día después y decidimos irnos a Úbeda la semana siguiente. Alquilamos una casa rural por cinco días. Para no quedarme sin seguimiento en el final del embarazo, el matrón Antonio Muñoz me consiguió una cita. Pero Felipe no quiso nacer. Ya no teníamos recursos para quedarnos más tiempo y volvimos a Madrid. Dos días después empiezo con contracciones regulares aun sin dolor. El día siguiente las contracciones siguen un poco más fuertes, hasta que vienen a cada 6 minutos. El dia 15 por la tarde decidimos ir a Úbeda.
El viaje fue tranquilo. Lo único que me daba miedo era de no estar de parto realmente y tener que volver a Madrid. Entré por Urgencias a las 15h30, sólo di mi nombre, mi subieron directamente al paritorio. Tenía buenas contracciones según el matrón de guardia y 3 cm de dilatación. Me preguntaron como quería mi parto, expliqué que sin intervenciones así que nos llevaron a mi y a mi marido a una habitación con ducha por si quería usarla y me recomendaron que caminara. Me trajeron la merienda y nos dejaron solos por varias horas.
Sin embargo, el dolor ya era difícil de manejar. Por las 22h, me llevan al paritorio para otro tacto y decepción: sólo había evolucionado 1 cm y las contracciones no estaban regulares y no duraban lo que deberían. Otro matrón, Leonardo, me orienta que ya llevo varias horas sin dilatar casi nada, que habría que hacer algo para conseguir una dinámica mejor. Me da las alternativas: poner la oxitocina – añadiendo que no es partidario – o intentar romper la bolsa a ver si la cosa va mejor. Total que no era nada de lo que planteaba, pero me sentí respetada por explicármelo y dejar que yo lo eligiera.
Ya no puedo con el dolor y pido la epidural a pesar de que Leonardo me hubiera dicho que eso podría retrasar el parto aún más. Me aconseja a romper la bolsa pero pido que espere un poco más. Él accede. Con la epidural, relajo. Tras un rato, otro tacto y sorpresa: había roto aguas – no lo había notado -, ya tenía contracciones regulares y había alcanzado los 10 cm.
Decido quitar la epidural para pujar mejor y voy caminando hasta el paritorio con mi marido. Sin embargo, no tengo las ganas de pujar, sólo siento las contracciones. Leonardo me orienta que las aproveche pues el bebé ya estaba en el canal de parto. Pujo, pujo y se me va la fuerza. Parecía que no quería salir. Oigo a Leonardo diciendo que los pujos no son efectivos (lo sabía, pero no podía más) y las contracciones ahora ya no eran regulares, que habría que hacer alguna maniobra. Pienso en lo peor: episiotomía, fórceps.
Al final, se sube en mi tripa otro matrón a ayudar en los pujos, el dolor horroroso. Me dicen que Felipe ya viene, pero el dolor parece aún más insoportable. Digo que no puedo, me contestan que con un pujo más saldrá. Llaman a mi marido para que lo vea, pero empiezo a gritar y él se queda conmigo. Viene Felipe: lo ponen en mi tripa, ya no sé muy bien qué hacer o pensar, sólo lo cojo. Esperan que el cordón deje de latir para cortarlo; nunca habían visto uno tan grande. Felipe se queda un ratito más conmigo, nada de aspiraciones por la nariz. Luego le pesan y le miden, seguimos todo. Nada de episiotomía – algo imposible para una primeriza en muchos hospitales – pero me llevo dos puntitos de un desgarro de primer grado.
Mientras me cosen, Leonardo me pregunta que tal ha sido. Pues no vuelvo a tener hijos tan pronto, digo yo. “A ver, acabas de decir la segunda mentira que las mujeres cuentan en el paritorio. ¿La primera? Cuando gritan que no lo pueden.”
Agradezco a todos que hicieron mi parto posible: al matrón Antonio Muñoz, que me recibió y pudo conocer a Felipe cuando me hizo una visita en el hospital; al matrón Leonardo; a la asociación El Parto es Nuestro por las informaciones; a todas las madres que compartieron sus historias en los foros.
***
* Nada más nacer Felipe, me ayudaron a ponerle al pecho.
* Mi marido estuvo conmigo en todo el proceso, incluso podía quedarse por la noche.
* En la habitación, el bebé todo el tiempo con nosotros.
* Todo el personal del hospital muy majo.
* Lo único que a mi me fastidió fue que no había control de visitas en el primer día. Total que estaba destrozada y compartí habitación con una chica que le ha ido fenomenal su segundo parto así que recibió visitas todo el día. Hubo hasta DIEZ personas a la vez. No pude descansar ni por un segundo.
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